Francisco

El Náufrago VII. La Insoportable levedad del SER

In El Náufrago on 11 May, 2008 at 19:00

Desperté con la furia del oleaje golpeándome la cara. Al entreabrir los ojos me encontré un muro de agua enfrente. La vela rota por el viento y mi barca completamente indefensa, como un minúsculo cascarón al que golpeara con furia un titán terrible. Subía y bajaba por montañas inmensas de olas que rugían y amenazaban tragarme. Pero ese vaivén infernal y aquel maremágnum tremendo, no hacían otra cosa que poseerme con una laxitud benefactora.

Colgado allí, de mi timón, completamente desvalido, huérfano, herido, derrotado y sin rumbo. Sin ni siquiera saber donde terminaba el mar y donde empezaba el cielo. ¿Cielo? Aquello ya no tenía ningún significado para mí. Porque yo solo veía un Infierno. Un Infierno de Mar y Desamor.

No, no tenía ningún miedo a la muerte…

Había perdido a mi Amada y ya nada tenía sentido para mí. Recordé a mi Enemigo muriendo en la playa, rogándome que le dejara reposar allí, al lado de ella y de su querida Luna. El no necesitaba tocarla ni sentirla, había trascendido de todo aquello. Pero yo Moría por Poseer. Quería vencer para rendirme luego. Quería ser su TODO o su NADA.

Pero Nada tenía, nada me quedaba y el Recuerdo me laceraba el Alma con una desesperación terrible. Ni siquiera tenía ya tristeza suficiente para llorar. Incluso las lágrimas me habían abandonado.

¿Por qué me tenía que haber enamorado de Ella? ¿Por qué dándole Todo no fue suficiente? Amar….no quería ese sentimiento que me hacía tan absolutamente dependiente y tan profundamente vulnerable. Nunca había necesitado nada, ¿por qué ahora no podía ya navegar sin mirarme en sus ojos? ¿Por qué necesitaba beber de sus labios? ¿Por qué me sentía tan solo y desesperado?

Demostró no amarme, pero no podía culparle por ello, porque la triste realidad es que Ella era incapaz de Amar. Estaba sumida en unas tinieblas perpetuas, un letargo eterno del que no quería salir porque no quería ser herida. Fui algo transitorio que no cumplió su objetivo y a lo que hay que desechar después de utilizado. Podía haberle dado Todo, pero ese Todo para ella era Nada. ¡Oh Dios, como me pesaba la existencia! No la quería ya, quería hundirme  en el océano y dejar de pensar para siempre. Quería dejar de ver su imagen en todas partes. Quería dejar de oír su Voz, allí en medio de la negrura infinita que me atenazaba y que me mordía con saña

Seguramente yo tenía la culpa, por mi mediocridad, por mi orgullo vano al creerme un caballero que podía liberarla. Seguramente yo tenía la culpa por no haber sabido poner freno a mis sentimientos. Debería haber matado a mi Enemigo…ahora al menos, estaría con ella.

Todos estos pensamientos cruzaban cual vertiginoso vendaval mi maltrecha mente. Ora me culpaba a mí, ora la culpaba a ella por mi fracaso. ¡Qué ciego estaba! El Amor es un campo de batalla en el que Todo está permitido. Un campo de batalla en el que no se hacen prisioneros. Pero yo entonces no lo sabía. Pensaba, ingenuo que el Amor romántico es igual al de una Madre o al Amor Divino.

Grité con todas mis fuerzas hacia el Cielo. ¡Que caiga un Rayo y que me parta! ¡Que se hunda mi barco! ¿Hasta cuándo vas a tenerme así, sufriendo? ¿Disfrutas con ello? ¿Es este tu Amor? 

Perdí el sentido y quedé colgando otra vez desamparado en medio de aquella tormenta.

Despierta, necesitas beber. Oí una voz familiar como al fondo de un túnel que por momentos se iluminara con una luz blanca lejana.

Mi amiga, la Gaviota sin Nombre y sin Dueño me estaba dando agua con su pico.

Lloré, y al llorar sentí que me liberaba de todos mis fantasmas. Allí había alguien que me quería, que se preocupaba por mí. Me estaba dando de beber de su misma boca. No le preocupaba el aspecto de despojo humano en el que me había convertido después de toda aquella Tragedia. Ella era mi Amiga y había venido a buscarme.

No te castigues más por favor. No fue tu culpa, tampoco lo fue de Ella. Aunque si me dieran a elegir, preferiría ser tú antes que tu Princesa.

La Vida es esto, pequeño mío, es cabalgar y aceptar que puedes sentir dolor si te caes. Pero siempre, siempre, vuelve a montarte. Nos obcecamos muchas veces intentando hacer nuestro, algo que es completamente opuesto y el Amor es lo contrario, es Unión.

La Vida tiende a separar a los amantes, elige pues algo cercano, próximo a tu manera de ser, para que esa separación que puede llegar a producirse, no culmine en ruptura.

Acepta también que la Felicidad jamás la has de poner en cosas caducas. Nada ni Nadie te puede hacer Feliz. La Felicidad es un proceso de crecimiento espiritual interior, de aceptarse a uno mismo y de conocerse, con nuestras limitaciones y nuestros defectos. Solo cuando somos Felices de esta manera, estamos preparados para compartir felicidad y equilibrio con nuestra pareja y con el resto del Universo. No aceptes nunca ser el objeto de Felicidad de Nadie porque fracasaras irremediablemente, y este ha sido el caso con esa princesa que necesitaba que mataras a su enemigo para ser Libre y Feliz.

El Amor es Naturalidad, es sencillez, es entrega. Ha de hacerte sentir fuente de Luz. Si no te inspira a ser mejor cada día, no es Amor. Y no confundas jamás Amor con Pasión. El Amor es Alma y la Pasión es Cuerpo, aunque también las Almas necesiten comunicarse con el Cuerpo.

Encontrarás personas incapaces de Amar. Lo necesitan desesperadamente pero no saben cómo hacerlo. Estas personas destrozan a todo aquel que se acerca a su lado. Las reconocerás porque solo existe su Mundo, jamás entregan nada y la soberbia es su principal característica. Sienten frio y la única forma de calentarse es con el calor del Amor Verdadero que otros les ofrecen pero que nunca es suficiente. Tu princesa era así, pero no sientas rencor por el daño que te causó. Ni siquiera ella es consciente de eso. Ella duerme, esperando el día en que seguro despertará. Llenate de misericordia y reza para que aprenda a Amar. Pues no hay peor tragedia que sentir que ya no sientes más.

Me desató del timón y me dio un último consejo:

-Las cicatrices por Amor son las más bonitas. No tengas miedo a esas batallas y a que te hieran en ellas. Ahora repara tu vela y sigue navegando. Recoge esos pedacitos de corazón que crees que tienes roto, algo me dice que vas a necesitarlos de nuevo.

Y salió volando….

Francisco Muñoz. Escrito el 11 de Mayo de 2008 en Madrid

  1. No hay peor tragedia que sentir que ya no sientes más.
     
    Me quedo con eso.
    Un beso.

  2.  es un escrito bello y desgarrador.. me ha llegado…
     yo tambien me quedo con esa frase 
    no hay peor tragedia que sentir que ya no se siente nada…
     
    `pero hago un inciso… si supieramos que  el amor, al igual que la vida tambien se va destiñendo – y hablo de amor entre personas…
     si supieramos que es un lazo de estimulo espiritu carnal,   
    no sería tanta tragedia… una en sus vivencias tambien ha pasado por ciertas desolaciones…
     y aunque la llama del amor aún merodea y pisa mis talones… intuyo que cuando se apague para siempre, porque se apagara estoy casisegura,  será entonces cuando comience otros sentires, que me haran mas serena y moldeable…
     Buenas noches Francisco buenas noches Ro  
      
     

  3. Precioso escrito Francisco, .lo importante es que al final logró liberarse de ese amor que lo atormentaba,Gracias por recomendarme la entrada en mi espacio, un saludo.

  4. Pues no hay peor tragedia que sentir que ya no sientes más,…yo también me quedo con eso,…PRECIOSO, gracias
    por aconsejarme que lo leyera, un abrazo.

  5. Tenía ya ganas de entrar para leer tus aventuras como  NAÚFRAGO.
    Leídas  así, de corrido,  debo decirte  que me han parecido  extraordinarias  en la forma y en el fondo.
    Aunque la propias vivencias son personales e intransferibles creo que eso es indiscutible, a través de tu narrativa es posible identificarse con muchos de los sentimientos que en ella reflejas e incluso empatizar con algunos que aún ,al menos este ha sido mi caso…., no había descubierto , ni experimentado en mí misma.
    Te felicito , porque todo lo que escribes me gusta mucho, pero esta tarde me quedo en/con este rinconcito de tu alma que ha hecho que la mía creciera un poquito más.
    Un besito.
     

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